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Para cualquier actividad física, la libertad de movimiento y la comodidad son fundamentales. Por eso, contar con prendas que reúnan ambas cualidades es esencial. En el caso de las mujeres, los leggings deportivos o pantalones con bolsillos que ofrezcan confort son la mejor opción.
Una de las maneras más refrescantes de refrescarse en casa, al margen de utilizar un aire acondicionado portátil o un ventilador de techo en dentro de las estancias, es darse un chapuzón. Para todos aquellos usuarios que tengan una piscina en el exterior de casa, resulta muy sencillo. Sin embargo, ya sea que se disfrute en el interior de una piscina hinchable o en una de obra, hay que estar pendientes de manera periódica de la calidad del agua en la que nos bañamos. Para este cometido nada mejor que invertir en un lote de tiras de PH reactivas como las que destacamos, con más de 28.000 valoraciones en Amazon.
Las imágenes del concierto de la banda británica Coldplay en el Gillette Stadium de Boston (Estados Unidos) en las que una pareja de compañeros de trabajo era sorprendida abrazada por la Kiss cam (cámara de los besos) se han convertido en un fenómeno viral, con múltiples reproducciones en las redes sociales, y en tema recurrente de conversación. Andy Byron, director ejecutivo de Astronomer, y Kristin Cabot, jefa de recursos humanos de la misma empresa, han copado el foco del debate no solo por su affaire ―al estar ambos casados con otras personas―, sino por el hecho de que comparten espacio de trabajo. O compartían, porque Byron renunció el pasado sábado a su puesto, después de que la compañía, especializada en herramientas de infraestructuras de datos para empresas, lo apartase tras abrir una investigación al respecto. Y Cabot formalizó su abandono el pasado viernes tras varias semanas soportando una enorme presión ante la que dijo basta. Pero, ¿qué hubiera pasado si en lugar de trabajar para una empresa estadounidense lo hicieran para una española? ¿Es, en definitiva, un riesgo tener una relación con un compañero de trabajo?
El indescriptible sufrimiento infligido a la población civil de Gaza por parte de Israel —un asedio de rasgos medievales para el cual cuesta encontrar parangones en la historia reciente de la humanidad— desata una amplia ola de indignación internacional. A pesar de la evidente barbarie perpetrada contra los gazatíes, la comunidad internacional no ha actuado para frenar a Israel y protegerlos. Ha habido algunas iniciativas notables, como la emisión por parte del Tribunal Penal Internacional de una orden de arresto contra Benjamín Netanyahu o la demanda de Sudáfrica contra Israel por genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia, que ha ordenado medidas cautelares. Pero no ha habido ningún movimiento realmente capaz de alterar el curso de los acontecimientos. ¿Por qué?
Ghislaine Maxwell ha pasado, gracias al resucitado caso Epstein, de cómplice y colaboradora necesaria del depredador sexual, por lo que fue condenada en 2022 a 20 años de cárcel, a protagonista en un escándalo político que tiene contra las cuerdas al presidente Donald Trump. Interrogada durante dos días consecutivos por Todd Blanche, el fiscal general adjunto de EE UU, en Florida, donde está recluida, Maxwell es para muchos la guardiana de los secretos que los republicanos más extremos, los dados a las teorías de la conspiración, se empecinan en ver: qué pasó de verdad con el financiero, si se suicidó en su celda en 2019, como ha dictaminado la justicia y ha asumido la Administración de Trump para enfado de sus hooligans, o si fue suicidado por intereses ocultos. Porque Maxwell (Maisons-Laffitte, Francia, 63 años) podría tener también la llave de la famosa lista Epstein: los nombres de los poderosísimos amigos del pederasta, empezando por el del propio Trump, y cuya publicación se ha convertido en una vía de agua en el Partido Republicano.
“Ucrania no es Rusia”, coreaban los manifestantes que han protestado esta semana en las calles de Ucrania contra su presidente, Volodímir Zelenski. Ucrania no es Rusia porque tiene una sociedad civil conjurada desde 2014, desde la revolución proeuropea del Maidán, en defender la democracia y reformar un país con una corrupción sistémica a todos los niveles. Zelenski ha puesto en entredicho el legado del Maidán, explican a EL PAÍS algunos veteranos de aquel movimiento prodemocrático y a favor de Europa, con la ley que aprobó el martes su mayoría absoluta en el parlamento para anular la independencia de las agencias anticorrupción.