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En su Libro de los seres imaginarios, escrito en colaboración con Margarita Guerrero, Jorge Luis Borges describe una especie de pájaros fantásticos, los goofus birds, que prefieren volar marcha atrás porque les importa más de donde vienen que a dónde van.
El 29 de julio de 2000, hace 25 años, Juan María Jáuregui, ex gobernador civil de Gipuzkoa y socialista, fue asesinado por ETA en su campaña criminal de “socialización del sufrimiento”. Pero apenas se conoce que, solo cinco años antes, él y su esposa, Maixabel Lasa, sobrevivieron a un atentado de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) y dos décadas antes fue encarcelado dos veces por la dictadura franquista. Ignacio Latierro, cofundador de la librería donostiarra Lagun y exmilitante del Partido Comunista de Euskadi con Jáuregui, atribuye esta singularidad a “su firme defensa del Estado de derecho frente al franquismo, al terrorismo y a la razón de Estado que esgrimían los GAL”. Maixabel Lasa, su viuda, exdirectora de la Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco, recalca el compromiso político y cívico de su marido, asesinado a los 48 años. “Defendió los derechos humanos por encima de intereses partidistas y personales. Fue un político atípico. Vivió de su profesión. Además de concejal socialista en Tolosa [Gipuzkoa], su único cargo público fue gobernador civil durante dos años y lo utilizó para resolver problemas de la gente”.
El fiasco de las adjudicaciones de plazas docentes vivido por el Departamento de Educación de la Generalitat ha desviado el foco del verdadero problema que tiene el sistema educativo de Cataluña, que no es otro que el que vienen ilustrando últimamente evaluaciones como las pruebas PISA o las “evaluaciones de final de etapa”. En triste defensa de la consejera Esther Niubó, cabe recordar que no es la primera vez que el caos organizativo golpea a la administración catalana cuando maneja grandes números: en 2023 la misma Generalitat reconoció “incidencias muy graves” en las oposiciones convocadas para estabilizar a su personal, en las cuales 13.581 aspirantes se disputaban 1.825 plazas.
El tiempo pasaba, pero la página seguía en blanco. “A ver si escribes algo”, le espetó la maestra. Había dado a la clase tres opciones entre las que elegir, y añadido incluso una cuarta: redacción libre. Aun así, aquel chiquillo no avanzaba. “Era un poco desgraciado”, reconoce Sergio Ruzzier, que tenía entonces nueve años. Ese día, para más inri, dice que se encontraba “especialmente lento”. Hasta que tuvo una ocurrencia: “¿Puedo hacer un cómic?”. En un colegio de mediados de los setenta ―y probablemente hoy―, la negativa estaba cantada. Salvo para la señora Santarelli: “Si lo haces seriamente”.
Los mercados han sido, históricamente, territorios ambivalentes. Pueden proveer bienes, en todos los sentidos de la palabra, o facilitar el tráfico de productos que conllevan dolor, e incluso de mercancías humanas. Rodeando la desembocadura del río Senegal en el Atlántico, en la ciudad Saint Louis —que fue capital imperial de toda el África occidental francófona, hasta 1902— los mercados abrían sus puertas y, de allí, salían viajes transatlánticos con materias primas indispensables al otro lado del mar, y también personas esclavizadas. “Con ellas iba la mano de obra y el conocimiento de cómo cultivar arroz en los pantanos; también la música”, advierte Birame Seck, responsable artístico del Saint Louis Jazz Festival, que celebró su 33º edición, del 28 de mayo al 1 de junio.
En El asesinato del profesor Schlick, el filósofo y divulgador David Edmonds cuenta la historia del Círculo de Viena. Los pensadores que formaban parte del grupo, asociados al empirismo o positivismo lógico, se reunían en la ciudad austriaca en los años veinte y treinta del siglo pasado. Eran muy distintos y a veces ni se llevaban bien, pero compartían algunos objetivos. Entre ellos, estaba que la filosofía estuviera al servicio de la ciencia y se alejara de la metafísica, y de sus afirmaciones imposibles de verificar y, por tanto, carentes de sentido.
La escultura es eso con lo que nos tropezamos cuando damos unos pasos atrás para ver mejor una pintura: hay que reconocer que la maldad famosa, supuestamente dicha por el pintor Barnett Newman en los sesenta, es divertida. Pero también atrabiliaria. Y como cualquier frivolidad, delata una ansiedad: la de un reinado de hombres pintores, muy hombres y muy pintores, que por esos años llegaba a su fin. Justo entonces el trabajo de Eva Hesse, de Carol Rama o de Louise Bourgeois, más o menos secreto por aquellos años, estaba ampliando los límites de la escultura y emborronando la divisoria con la pintura; y faltaban pocos años para que Rosalind Krauss expandiese el campo de la disciplina hasta hacerlo felizmente inabarcable. Las preguntas de aquella generación, por otra parte, siguen siendo en 2025 las mismas: ¿Qué es la escultura? ¿Dónde empieza y dónde acaba? ¿Con qué se hace? ¿Para qué?
La nigeriana Maryam (26 años) ha caído dos veces en el infierno del tráfico de personas: primero pasó más de cuatro años, entre 2019 y 2024, como víctima de una red de explotación sexual en Argelia. Cuando logró escapar, no recuperó completamente su libertad: terminó en Egipto, donde trabaja sin descanso como empleada del hogar y niñera. Recibe un pago mensual de apenas 8.000 libras egipcias (unos 141 euros), del que solo le corresponden 500 libras (menos de 9 euros) porque, primero, debe pagar a la “agente” que le consiguió el trabajo y el traslado a Egipto. “Desde el 9 de marzo estoy enferma y no sé exactamente lo que tengo. Se lo conté a mi patrocinadora pero, lejos de mostrarse preocupada por mi malestar, me espetó que no se me ocurriera emplear su dinero para pagar el tratamiento”, cuenta Maryam por teléfono, que aún está en Egipto y que prefiere no desvelar su verdadero nombre por seguridad.
Después de una ruptura, ya sea sentimental, de amistad o de cualquier otra índole, la resaca emocional todavía se mantiene en la cabeza de muchas personas. En la actualidad, ya no es solo que uno todavía deba (o no) mantener una relación cara a cara, por vivir cerca, o por trabajo, entre otras cosas. También juegan un papel esencial las redes sociales, un mundo virtual en el que se exponen vivencias de la realidad y en el que puede resultar más fácil el hecho de borrar la presencia de otra persona. Silenciar en redes sociales no es un movimiento definitivo ni tan brusco como lo es bloquear o dejar de seguir, sin embargo, ya da tintes de querer cambiar la relación de algún modo, y de tratar de tomar la iniciativa y el poder de decisión.
El verano es una época de descanso obligado para los niños y adolescentes. Los días son muy largos y la convivencia entre hermanos es mucho más intensa. Y el incremento de las horas juntos provoca, en concreto, más peleas. ¿Es normal? Según explica Carmen Durán, psicóloga y enfermera de urgencias y experta en adolescencia, por biología sí es normal que se enzarcen. Y, para eso, está la educación y valores que los padres deben transmitir con el modelo y el ejemplo, “lo que es con una buena gestión de las emociones”.