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Lo dice el Financial Times y lo dice el Banco Central Europeo: la economía española destaca sobre el resto. El poder de atracción del país es patente, no solo por el fuerte crecimiento y la reducción del desempleo, sino por otras variables más difíciles de medir, que encajan en esa categoría donde cabe casi todo y que se denomina calidad de vida. “Si llamo a alguien que vive en Polonia y le digo que se venga a Barcelona, no me deja ni acabar la frase”, afirmaba la semana pasada el consejero delegado de Cellnex, Marco Patuano, en referencia a la capacidad de España de captar talento. Pese a todos estos factores, el sentimiento económico de los españoles no deja de empeorar: la encuesta Termómetro 5D elaborada por 40dB. para CincoDías y EL PAÍS mostró en septiembre que no existe una sensación de abundancia a pie de calle.
En España ya casi hay más universidades privadas que públicas. En los últimos 10 años, ha habido una auténtica explosión de universidades privadas: muchas con pocos alumnos, poca investigación y, en algunos casos, sin campus ni residencias. El Gobierno quiere terminar con “los chiringuitos educativos”: centros con pocos controles y escasa garantía de calidad. La semana pasada, el Consejo de Ministros aprobó una modificación del decreto que regula su apertura. A partir de ahora, para fundar una universidad será necesario cumplir requisitos más estrictos.
Nicolás Tsabertidis
Jorge Magaz
Hace años que las estimaciones del CIS representan un mundo paralelo donde la izquierda tiene más votos. Desde la llegada de José Félix Tezanos a la dirección del organismo público, sus estimaciones han sobrestimado la suma de votos de la izquierda en 41 de 42 elecciones. Fue así en 2023 y en las cuatro elecciones de 2024 (Cataluña, Galicia, País Vasco y europeas).
Ponzano abandona poco a poco el ponzaning. La icónica calle, que tiene casi un kilómetro de largo, simboliza desde hace años la firme apuesta por el turismo y el ocio nocturno del Madrid adinerado, el que sale a consumir sin mirar la cartera y se puede permitir ver amanecer sin la preocupación de llegar a final de mes. La calle cuenta hoy con 138 locales, 66 de ellos dedicados a la hostelería y al ocio nocturno. Hace dos años, sin embargo, eran 78. Esto representa un descenso de 12 locales, un 15% menos en apenas 24 meses.
Por primera vez, las imágenes de personas llorando que llegaron ayer desde Oriente Próximo tenían un significado diametralmente opuesto a las que desgraciadamente el mundo ha estado observando a diario en los últimos dos años. Desde Ramallah o Rafah, en Palestina, o Tel Aviv, en Israel, madres, hermanos y amigos festejaban emocionados el retorno de sus seres queridos tras años sin verlos. Los 20 rehenes que quedaban vivos en Gaza de los 251 que Hamás secuestró el 7 de octubre de 2023 fueron entregados a sus familias. Israel puso en libertad a unos 2.000 presos palestinos, algunos de los cuales llevaban décadas en cárceles israelíes. Los camiones de ayuda humanitaria entraron en Gaza.
“Es indudable que cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía, sin embargo, sabe que no lo hará. Pero quizá su tarea sea aún mayor: consiste en evitar que el mundo se destruya”.
Recuerdo ver a mi madre levantarse a las seis de la mañana e ir a trabajar a pesar de que el termómetro le decía que no iba a poder con la vida. El olor a café al alba, los cacharros en el fregadero, pintarse el ojo, portazo final. Ahora el milagro de la telemática nos permite toser sobre nuestros teclados desde casa (la electricidad la paga el trabajador). Todo es mucho más cómodo en la era de la IA, también para los patronos que, como aquel de mi progenitora, se ríen de las bajas y los permisos. Yo no tengo memoria de haber acudido al centro laboral febril pero sí con el alma hecha jirones después de dejarme con un novio. Dos días de mudanza me correspondían para meter en cajas los rescoldos de una vida que ya no sería (adiós a los quince días por casamiento); después vinieron muchas jornadas en las que tuve que meterme en el baño para hipar quedamente y disimular las lágrimas que empañaba con el papel higiénico al que invitaba la empresa. Alguien me mandó una broma esta semana que rezaba: “Pon en tu CV que aguantas cuernos sin bajar tu productividad”. Me hizo una gracia triste. El poscapitalismo te permite tener sentimientos siempre que sepas disimularlos.
Leo que en el metro de Nueva York se está librando una batalla en la sombra. Los usuarios se han rebelado ante la avalancha de anuncios en vagones y estaciones de un producto que ha invadido la red de transporte. Se trata de la publicidad de Friend, un colgante portátil con IA que, por 129 dólares, escuchará tus conversaciones y se convertirá, dice, en tu amigo. Los anuncios, con texto negro sobre fondo blanco y, a veces, acompañados de un primer plano del colgante, se burlan de las relaciones humanas e incluyen mensajes como: “Nunca cancelaré nuestros planes para cenar”, “me tragaré esa serie entera contigo” o “jamás dejaré los platos sucios en el fregadero”.
María A. R., valenciana de 68 años, entró en el sistema de cribado para la prevencion del cáncer de mama de la sanidad pública con 40 años. Nunca lo ha pasado tan mal por la espera de los resultados como en el último año, cuando la incertidumbre se apoderó de ella durante ocho meses, desde que se hizo la mamografía, con un año de retraso en la citación del procedimiento habitual, hasta que se descartó finalmente la enfermedad. “Estar pensando si está bien o mal es horroroso”, dice la mujer que pensó en contar su testimonio cuando conoció el escándalo de los cribados en Andalucía.