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En 1995, R.E.M. era una de las bandas más grandes del mundo. Sus álbumes Out Of Time, en 1991, y Automatic For The People, en 1992, habían llevado al cuarteto de Athens (EE UU) a lo más alto de su popularidad, avalada por 25 millones de discos vendidos entre ambos, el reconocimiento unánime de la crítica y la adoración de sus compañeros de profesión. Pero, sorprendentemente, Michael Stipe (voz), Peter Buck (guitarra), Mike Mills (bajo) y Bill Berry (batería) decidieron no salir de gira con ninguno de esos dos discos. Tras la publicación de Monster, en 1994, cambiaron las tornas y pusieron en marcha su primer tour mundial en seis años, también el primero de su carrera en el que darían el salto a grandes estadios. Las expectativas ante esa gira monstruo eran, por tanto, altísimas.
¿Los estereotipos capturan parte de la realidad o están socialmente distorsionados? Un grupo de científicos quiso comprobarlo, fijándose en el caso de los sesgos de género relacionados con la edad. Para ello, analizaron 1,4 millones de imágenes y vídeos de Google, Wikipedia, IMDb, Flickr y YouTube, además de nueve modelos de lenguaje entrenados con miles de millones de palabras de internet. Su conclusión: “A pesar de que no existen diferencias sistemáticas de edad entre mujeres y hombres en la fuerza laboral, encontramos que las mujeres se representan como más jóvenes que los hombres en diversas ocupaciones y roles sociales”. También vieron que, para las herramientas de inteligencia artificial (IA), los perfiles de hombres mayores están mejor cualificados que los de las mujeres.
Una vez le preguntaron a la escritora y premio Nobel Svetlana Aleksiévich cómo grababa las entrevistas, si traía las preguntas escritas de antemano o las improvisaba, qué tipo de grabadora utilizaba. Pero ella nunca trabajó así. Ni tomaba notas ni registraba las entrevistas en ningún aparato. Podía quedarse sentada en el salón de la entrevistada durante horas. La imaginamos escuchando, sumida en la penumbra, sin ninguna prisa por marcharse. Aleksiévich hacía un tipo de periodismo que, aunque pertenezca al pasado, parece tan inalcanzable como el más remoto futuro.
En un mercado laboral tan competitivo y cambiante como el actual, la gestión del talento ha dejado de ser una función meramente operativa para convertirse en una necesidad estratégica. Hoy ya no basta con ofrecer un salario atractivo o la tan valorada estabilidad laboral. Las nuevas generaciones, y también muchos profesionales consolidados, esperan de las organizaciones algo más profundo: ser escuchados, sentirse inspirados y percibir que forman parte de un proyecto con propósito. En este nuevo paradigma, el talento no se administra como un recurso; se cultiva como una relación viva.