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El discurso de Jannik Sinner es como su tenis, siempre lineal, sumamente recto. Tipo sin extravagancias él, al que esta noche, fundido por dentro y por fuera después de las más de cinco horas de paliza y después de haber encajado un golpe anímico de considerables dimensiones, le cuesta expulsar las palabras. Siempre elegante, las escupe con profesionalidad, pero su rostro habla. Cara larga, voz monocorde, tono lúgubre: tremendo el impacto. De los 50 últimos partidos que ha disputado, el número uno ha ganado 47 y tan solo ha perdido tres; los tres contra Alcaraz, que en el tú a tú sigue inclinando la balanza a su favor. Severa la dentellada que recibe el de San Cándido.
La mirada estaba puesta en el duelo de estrellas: una emergente, Lamine Yamal; la otra, en su ocaso, Cristiano Ronaldo. El futuro es presente en la selección española: ningún jugador, durante la era de Luis de la Fuente, ha participado en más goles que Lamine Yamal —14 en total: seis goles y ocho asistencias—. Sucedía algo paradójico en la final de la Nations: en Portugal, el pasado también era presente. Cristiano ha firmado 20 goles en 25 partidos con Roberto Martínez. Es curioso cómo envejece CR7: tiene un promedio goleador superior con el técnico español (0,80) que con sus antecesores en el cargo: 0,62 con Fernando Santos, 0,57 con Paulo Bento, 0,07 con Queiroz y 0,28 con Scolari.
España enfiló una senda maravillosa en la tanda de penaltis de la final de la Liga de Naciones de 2023, que alargó con el triunfo en la Eurocopa de 2024, y ese camino hermoso y emocionante se truncó en la tanda de otra final de la Liga de Naciones, que se llevó Portugal al acertar sus cinco lanzamientos, tras el fallo de Morata, especialmente doloroso por el peso emocional del capitán en este viaje. La Roja volvió a perder en competición más de dos años después, pero dejó el rumbo hacia más alegrías señalado con un partido que gobernó hasta la prórroga, cuando ya se revolvió más la Portugal de Roberto Martínez, que se convirtió en la primera selección en sumar una segunda Nations, después de ganar la primera en 2019.
La punta de un pie se cuela in extremis en el ascensor que conduce a la tribuna de la Philippe-Chatrier y la puerta vuelve a abrirse de golpe. De repente, con toda su envergadura, aparece el Conde Drácula, o sea, el todopoderoso empresario y ex tenista transilvano, Ion Tiriac. Enorme, grandes gafas con montura dorada, uno de esos bigotes con barba que nunca auguran un carácter afable. El ex campeón de Roland Garros, hoy empresario multimillonario, entra en el cubículo y se dirige a su impresionado interlocutor, quizá tomándole por italiano. “Solo ganará si sirve mejor que el viernes”. ¿Quién? “Sinner, señor, por supuesto”. El italiano, un tenista total, no solo hizo eso a la perfección el domingo. Pero el partido, eso no lo sabía ni siquiera Tiriac en ese momento, se iba a disputar en otro territorio.
Baila un murciano (también marciano) al son del Emmenez-moi de Charles Aznavour, coronado por quinta vez en un grande, de nuevo en París, donde todo el público de la Chatrier se lleva las manos a la cabeza y el deporte mundial descubre otra mente excepcional. “¡Sí-se-puede!”, le jalea toda su pandilla desde el palco. Y ahí que resurge como un torbellino Carlos Alcaraz, rebozado de barro, grandioso. E histórico esto. Se baten hasta el extremo dos colosos y el número uno inclina finalmente la rodilla. Prodigiosa esta remontada contra Jannik Sinner en una final para guardar, para enmarcar, loca, emocionante. De esas que hacen afición: 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2), tras 5h 29m. Tranquilo todo el mundo: el tenis está en inmejorables manos.
Después de un partidazo en El Sardinero, Racing y Mirandés lo dejan todo por resolver para Anduva, el próximo jueves. Descomunales ambos equipos, entregado cada uno de ellos a su manera de jugar, un gol en propia puerta de Parada en el minuto 97 tecleó el signo de interrogación en todas las crónicas. El vaivén del encuentro, con ventajas que ponían al Mirandés prácticamente en la final de la promoción de ascenso a Primera, y el inconformismo racinguista encandilaron al espectador neutral. Es Segunda División, pero en la categoría de plata también se juega al fútbol.