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Capital Energy da un puñetazo encima de la mesa y aleja las dudas en el sector. La compañía presidida por Jesús Martín Buezas ha cerrado la venta de una participación mayoritaria de una cartera eólica de 350 MW a Equitix, un fondo internacional especializado en inversión en infraestructuras, según confirma la compañía.
Después cruzaríamos las calles más peligrosas que el lector pueda imaginar, una suerte de Bronx de los ochenta en versión contemporánea y alemana, y ahí, por un momento, pensaríamos que estábamos perdidos, que desapareceríamos para siempre, que los pandilleros y cafisios y atracadores que nos observaban extrañados desde la penumbra de sus guaridas habían encontrado en nosotros, pobres escritores de bien, las víctimas perfectas. Pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión.
Para que yo me llame Ángel González… es el primer verso y el título de un poema del poeta asturiano. La poesía habla sobre todas las circunstancias que se deben dar para que un ser humano habite la Tierra en un momento concreto. Un pequeño milagro que se reproduces millones y millones de veces. Algo similar sucede en el fútbol con los goles. Son la sal y la esencia del juego. Y, para que sucedan, se debe dar tal concatenación de factores que, al observarlos con un poco de perspectiva, se antojan tan improbables como que un ser humano ocupe, en un determinado momento de la Historia, el lugar que ocupa. Se percibe muy bien en la repetición a cámara lenta de los tantos. En su camino hacia la red, la pelota atraviesa un sinfín de circunstancias. Un golpeo mejor o peor -o incluso involuntario-, el roce en la pierna del defensa, un bote inesperado, un poste que parece cruzarse en el trayecto… y, en las imágenes, los cuerpos moviéndose al son del esférico y los ojos siguiendo su trayectoria. Mirados con lupa, los goles son alimento para el alma del hincha… y un prodigio de la física.
“Y la gente por el prado no dejará de bailar/mientras se escuche una gaita o haya sidra en el lagar”, cantaba Víctor Manuel. Durante todo el año, pero especialmente en verano, el mapa de España se ilumina de romerías y fiestas gastronómicas, salpicadas de costumbres centenarias, casetas y tragos, luces y disfraces, concursos y desafíos, viandas locales exquisitas. Días eternos, tardes de feria y noches cautivadoras repletas de sardinas a la brasa, quesos de leche cruda, vinos volcánicos, tomates de otra galaxia o suculentas empanadas.