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El dueño de Amazon y tercera persona más rica del mundo, Jeff Bezos, y la periodista Lauren Sánchez ya son marido y mujer, después de intercambiarse carísimos y fabulosos anillos la noche del viernes en una espectacular ceremonia en la isla de San Giorgio de Venecia. Los tres días de fiesta terminan hoy con un baile de máscaras del Settecento en el Arsenale, y también con una manifestación de protesta a las cinco de la tarde de quienes piensan que la boda es la horterada del siglo y no se puede permitir que Venecia se venda como decorado para fiestas de millonarios. La marcha, en la que han participado unas 600 personas con pancartas y flotadores de cocodrilos, flamencos y de todo tipo, concluyó dos horas más tarde sin incidentes.
Uno de los episodios más recordados de Leo Messi en el Barcelona es algo que casi nadie vio. En perspectiva, puede decirse que el lance estuvo a punto de hacer saltar por los aires al equipo que terminó ganando la última Champions del Barça. También puede decirse que fue el momento que prefiguró el triunfo en aquella Copa de Europa. Sucedió la mañana del 2 de enero de 2015, en un partidillo de entrenamiento en la Ciutat Esportiva Joan Gamper. Messi recibió una falta, Luis Enrique, entonces su entrenador, decidió no pitarla y el argentino se enfureció. El enfrentamiento, del que no se conservan imágenes, se incendió. Tuvieron que intervenir varias personas para calmarlos, el 10 abandonó la práctica rumbo al vestuario y se abrieron varios días de tensión extrema en el club.
Cientos de miles de personas, unos 300.000, según los organizadores y la policía, se han manifestado en la capital de Hungría desafiando así las políticas ultras del Gobierno del primer ministro, Viktor Orbán, que había intentado vetar la protesta, organizada por el Ayuntamiento de Budapest para celebrar el Día Internacional del Orgullo. Además, la policía había autorizado dos marchas de la extrema derecha con recorrido similar al de los colectivos LGTBIQ+.
Todo a punto en Wimbledon, por donde ya desfilan todos los protagonistas y dos de ellos a un ritmo muy diferente: Carlos Alcaraz, Jannik Sinner y luego, todos los demás, con Novak Djokovic como último vestigio de la era dorada. “Aún no sé de lo que soy capaz, pero aspiro a alcanzar ese nivel. Lo que están haciendo estos dos tíos está marcando el camino y cambiando el juego”, desliza Jack Draper, el inglés que trata de subirse al tren meteórico que en su día pusieron en marcha el italiano y el español, quienes aprietan más y más. Ni uno ni otro ceden ni miran hacia atrás, sino todo lo contrario; siguen desmarcándose y poniendo más y más tierra de por medio.
Brad Pitt ha hecho muchas cosas en la vida. Ha sido detective (Seven), vendedor de jabón (El club de la lucha), general mitológico (Troya) y galán compulsivo (todas ellas). Desde esta semana, también es piloto de Fórmula 1. Su nueva película se llama F1: The Movie, y se estrenó el viernes con redoble de tambores, luces largas y la bendición tácita de Liberty Media, dueña de un campeonato que desde su desembarco ha vivido una especie de Big Bang. En el proyecto, que arrancó hace casi tres años, hay monoplazas, circuitos y pilotos reales, además de cámaras de última generación. Todo ello con la intención de conseguir que los recursos de las grandes superproducciones de Hollywood contribuyan a dar el último petardazo en términos de regularidad. Con la promoción que han llevado a cabo todas las partes implicadas, son pocos los que tienen dudas de que el primer objetivo ya se ha conseguido. Otra cosa será lo que diga la crítica.