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El tiempo pasaba, pero la página seguía en blanco. “A ver si escribes algo”, le espetó la maestra. Había dado a la clase tres opciones entre las que elegir, y añadido incluso una cuarta: redacción libre. Aun así, aquel chiquillo no avanzaba. “Era un poco desgraciado”, reconoce Sergio Ruzzier, que tenía entonces nueve años. Ese día, para más inri, dice que se encontraba “especialmente lento”. Hasta que tuvo una ocurrencia: “¿Puedo hacer un cómic?”. En un colegio de mediados de los setenta ―y probablemente hoy―, la negativa estaba cantada. Salvo para la señora Santarelli: “Si lo haces seriamente”.
En El asesinato del profesor Schlick, el filósofo y divulgador David Edmonds cuenta la historia del Círculo de Viena. Los pensadores que formaban parte del grupo, asociados al empirismo o positivismo lógico, se reunían en la ciudad austriaca en los años veinte y treinta del siglo pasado. Eran muy distintos y a veces ni se llevaban bien, pero compartían algunos objetivos. Entre ellos, estaba que la filosofía estuviera al servicio de la ciencia y se alejara de la metafísica, y de sus afirmaciones imposibles de verificar y, por tanto, carentes de sentido.
La escultura es eso con lo que nos tropezamos cuando damos unos pasos atrás para ver mejor una pintura: hay que reconocer que la maldad famosa, supuestamente dicha por el pintor Barnett Newman en los sesenta, es divertida. Pero también atrabiliaria. Y como cualquier frivolidad, delata una ansiedad: la de un reinado de hombres pintores, muy hombres y muy pintores, que por esos años llegaba a su fin. Justo entonces el trabajo de Eva Hesse, de Carol Rama o de Louise Bourgeois, más o menos secreto por aquellos años, estaba ampliando los límites de la escultura y emborronando la divisoria con la pintura; y faltaban pocos años para que Rosalind Krauss expandiese el campo de la disciplina hasta hacerlo felizmente inabarcable. Las preguntas de aquella generación, por otra parte, siguen siendo en 2025 las mismas: ¿Qué es la escultura? ¿Dónde empieza y dónde acaba? ¿Con qué se hace? ¿Para qué?
La nigeriana Maryam (26 años) ha caído dos veces en el infierno del tráfico de personas: primero pasó más de cuatro años, entre 2019 y 2024, como víctima de una red de explotación sexual en Argelia. Cuando logró escapar, no recuperó completamente su libertad: terminó en Egipto, donde trabaja sin descanso como empleada del hogar y niñera. Recibe un pago mensual de apenas 8.000 libras egipcias (unos 141 euros), del que solo le corresponden 500 libras (menos de 9 euros) porque, primero, debe pagar a la “agente” que le consiguió el trabajo y el traslado a Egipto. “Desde el 9 de marzo estoy enferma y no sé exactamente lo que tengo. Se lo conté a mi patrocinadora pero, lejos de mostrarse preocupada por mi malestar, me espetó que no se me ocurriera emplear su dinero para pagar el tratamiento”, cuenta Maryam por teléfono, que aún está en Egipto y que prefiere no desvelar su verdadero nombre por seguridad.
No se puede decir exactamente que Animal Kingdom sea un tesoro escondido, más que nada porque de escondido tiene poco. Con una extensión de 230 hectáreas, es el parque más grande de la docena que Disney, gigante del entretenimiento y también de los destinos, tiene en el mundo. Pero sí que, sin duda alguna, se puede afirmar que es el más diferente y el más importante por su labor social: sin castillos ni princesas, es el hogar de 5.000 animales de 300 especies diferentes, desde gorilas hasta ajolotes, pero también es la base para el programa de conservación que Disney realiza en todo el mundo, en espacios naturales repartidos por todo el planeta a lo largo de más de 125 millones de hectáreas. Y, además, es considerado el zoo más visitado del mundo,
Siete años después del accidente provocado por el desplome del muelle de madera donde se celebraba un concierto nocturno del festival de O Marisquiño en Vigo que provocó 467 heridos, el Juzgado de Instrucción del caso ha vuelto a descartar por segunda vez que el Ayuntamiento y el Puerto tengan alguna responsabilidad penal en el siniestro. Una causa que se archiva pese al flagrante fallo de seguridad que puso en evidencia la falta de mantenimiento de las infraestructuras del que sí tienen competencias ambas instituciones como firmantes de un antiguo convenio que les obliga a supervisarlas. El fallo judicial desestima así el recurso de cinco de los afectados, entre ellos cuatro víctimas, pero deja abierta la vía administrativa para seguir pleiteando.
Una ducha de agua fría. Buscar el lado más fresco de la cama. Bajar las persianas y abrir las ventanas cuando está más fresco. Tomar agua. Acercar el ventilador y ponerlo en distintas posiciones. Son opciones e inventos para refrescar el cuerpo, y la habitación, e intentar conciliar el sueño durante las altas temperaturas nocturnas de las últimas semanas. El mes de junio ha sido el más cálido desde que hay registro, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet); y durante ese mes y julio, el promedio de las temperaturas mínimas para todo el país ha estado por encima de lo normal.
Las universidades privadas (en las que había 442.485 matriculados en total en 2023) se ha convertido en un negocio de tal calibre que sus dueños se lanzan a ofertar todas las plazas que los gobiernos autonómicos les autorizan por si consiguen llenarlas. Y cada vez tienen más éxito, porque la población universitaria ha ido en aumento sin que los campus públicos (1,3 millones de inscritos ese año) sean capaces de responder a toda esa demanda.
En estas fechas, la bombera forestal Sara Gutiérrez (Las Palmas de Gran Canaria, 40 años) pasa la mayoría del tiempo esperando al fuego. Esta licenciada en Ciencias Ambientales, y brigadista antiincendios en el Cabildo de Gran Canaria, tiene que estar dos días a la semana de guardia en la base 12 horas en horario diurno y dos días localizable, luego libra y vuelve a empezar de noche. Buena parte de su trabajo consiste en entrenar y prepararse para cuando salta el aviso de incendio en la emisora.
Cuando el Señor cierra una puerta, en otro sitio abre una ventana. Se lo decía a sí misma fraulein María en Sonrisas y lágrimas, después de que la madre superiora del convento en el que ella ejercía de novicia rebelde la invitara a marcharse para convertirse en institutriz de los hijos del capitán Von Trapp.