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Casi la mitad de los españoles hace deporte de forma regular, según datos del CIS publicados el año pasado. Esta tendencia, imparable y ya asentada, genera un turismo cada vez más específico: el de aquellos que buscan destinos donde disfrutar de las vacaciones –y comer, descansar, maravillarse con las vistas…–, pero también parajes que les ofrezcan la posibilidad de seguir practicando sus pasiones deportivas. Son los outdoor lovers, los amantes del aire libre, como se podría traducir: corredores de montaña, ciclistas, senderistas, escaladores…
Son historias de rabiosa actualidad creadas hace dos mil años. Con esta idea define el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida su director, el vizcaíno Jesús Cimarro, de 59 años. Sirve como ejemplo la obra Memorias de Adriano, una reconocida narración de consejos del emperador nacido en España en el año 76 d.C. Escrita por Marguerite Yourcenar en 1951, la descripción que hace del personaje en sus páginas se podría aplicar a cualquier época. “Me complací en hacer y rehacer el retrato de un hombre que casi llegó a la sabiduría”, escribió. En esta ocasión, la obra se representa en los primeros días de agosto, protagonizada por Lluís Homar.
En el conocimiento popular está muy establecido que el hombre es el único animal capaz de utilizar el fuego. Es cierto que hay bastante consenso en que el Homo erectus fue el primer antepasado del ser humano que empezó a utilizarlo, pero era fuego que se producía de forma accidental y su talento era mantenerlo encendido más que saber encenderlo. No fue hasta el Homo heidelbergensis, milenios después, que el hombre aprendió cómo iniciar un fuego a voluntad. Sin embargo, existen muchos organismos que han utilizado el fuego para conseguir algún tipo de provecho.
— Antropólogos como Richard Wrangham sostienen que lo importante del dominio del fuego por parte del hombre no fue tanto el inicio de la tecnología, sino aprender a cocinar. Probablemente el hombre probó por primera vez la carne asada carroñeando los restos de un incendio forestal fortuito y así fue como empezaron a cocinar. Esto permitió aprovechar mejor los nutrientes de los alimentos y proporcionó un extra de energía que facilitó el proceso de encefalización. Así que lo que verdaderamente nos hace humanos no es saber construir ordenadores ni aviones, sino saber preparar un churrasco.
A los 30, la piel necesita nuevos cuidados. Muchos dermatólogos coinciden en que esta edad es algo parecido a un punto de inflexión: empieza a caer la producción de colágeno y elastina (esas proteínas que mantienen la piel tersa y elástica), la regeneración celular es más lenta (lo que antes tardaba 28 días en renovarse, ahora puede llevar 35) y comienzan a aparecer las primeras manchas y pigmentaciones. Es ahora cuando el exceso de sol a los 20 comienza a pasar factura. Y, de pronto, un día aparece un pequeño lunar rojo.
Los expedientes se acumulan en la oficina de Carmen del Valle, quien tiene la misión de unir corazones solitarios. Del Valle, de 56 años, es la fundadora de Harmony, una agencia matrimonial que opera cerca del parque de El Retiro, en Madrid, y que en los últimos años ha visto un interesante giro en la edad de sus clientes. Bajo la promesa de unir vía teléfono móvil a millones de personas solteras, aplicaciones como Tinder rivalizaron durante casi una década con los negocios como Harmony. Ahora, tras una evidente desilusión por estas plataformas, las agencias de citas han notado que a las oficinas llegan jóvenes que no han cumplido los 30, un segmento que nunca antes había confiado en la figura del matchmaker, casamentera en inglés.
La modernidad llegó a las rías gallegas de Vigo, Pontevedra, Muros-Noia, Arousa y Corcubión como un elefante en una cacharrería. Tanto que se acuñó un término para definir los desmanes urbanísticos y arquitectónicos: el feísmo. Pero a pesar de las fachadas alicatadas hasta el techo, del uso de materiales no convencionales y de que cada uno ha construido como le ha venido en gana, quedan rincones, aldeas, pueblos e incluso localidades más grandes con todo el encanto de aquellas antiguas villas marineras hechas de granito de Porriño. Aquí van seis de ellas.