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Desde el primer artículo científico que alertó por primera vez de la presencia de una incipiente y peligrosa invasión de un alga asiática en el Estrecho de Gibraltar a que alcanzara la playa más icónica de Cádiz, La Caleta, han pasado nueve años. En ese tiempo, el manto oscuro de la Rugulopteryx okamurae ha avanzado de forma imparable y constante, hacia el levante y el poniente del Estrecho hasta convertirse en un acuciante problema para los ayuntamientos costeros de Cádiz y Málaga que consumen recursos materiales y económicos en retirar toneladas de arribazones. El último en denunciarlo ha sido el Consistorio de La Línea, que ha tenido que retirar 10 toneladas algas en apenas 48 horas. Sin apenas otra solución a la vista, la Junta de Andalucía acaba de aprobar un plan de gestión que promete facilitar el uso de esos desechos como materia prima. Pero atajar la invasión en el medio marino parece mucho más difícil.
El éxito de La que se avecina, que acaba de terminar el rodaje de su 16ª temporada, ha cruzado fronteras. La comedia que emiten Telecinco y Prime Video ya tiene tres versiones internacionales: griega, italiana y portuguesa. Esta última, titulada Vizinhos para sempre, ha sido adquirida por Mediaset España para su emisión próximamente en el canal FDF. También estará disponible en Amazon Prime Video a partir del 22 de agosto.
Apenas rebasa el medio siglo de vida, pero Gwyneth Paltrow es una figura de tal calado en la cultura popular —actriz de Oscar, controvertida empresaria, hija y ahijada del cine, novia y esposa de celebridades, figura única de las redes sociales— que su trayectoria da para una biografía. Y la primera completa sobre ella, titulada simplemente Gwyneth: la biografía (Gallery Books), llega a las librerías de Estados Unidos (y, por tanto, de todo el mundo, al fin y al cabo) este martes 29 de julio, a tiempo todavía para convertirse en uno de los pelotazos del verano; antes de publicarse ya aparece como número 1 en su categoría en Amazon. Porque el libro de marras sobre la estrella, de nada menos que 448 páginas, promete y da todo lo de una buena biografía: amor, sexo, lujo, dramas, traumas familiares, enfrentamientos laborales y un mundo de oropel al que solo se llega en Hollywood.
Mientras las grúas trazan el nuevo skyline de Tetuán, los vecinos del distrito buscan en vano sombra bajo un árbol inexistente. La irrupción de promociones inmobiliarias ha sumado cientos de nuevos residentes al que ya es el distrito más densamente poblado de la capital y el de menos calles arboladas, según datos del Ayuntamiento. Los pocos solares públicos han salido progresivamente a la venta, como ha denunciado la asociación local de vecinos, que lucha porque el desarrollo urbanístico no crezca a expensas del espacio público.
Las universidades privadas (en las que había 442.485 matriculados en total en 2023) se ha convertido en un negocio de tal calibre que sus dueños se lanzan a ofertar todas las plazas que los gobiernos autonómicos les autorizan por si consiguen llenarlas. Y cada vez tienen más éxito, porque la población universitaria ha ido en aumento sin que los campus públicos (1,3 millones de inscritos ese año) sean capaces de responder a toda esa demanda.
En estas fechas, la bombera forestal Sara Gutiérrez (Las Palmas de Gran Canaria, 40 años) pasa la mayoría del tiempo esperando al fuego. Esta licenciada en Ciencias Ambientales, y brigadista antiincendios en el Cabildo de Gran Canaria, tiene que estar dos días a la semana de guardia en la base 12 horas en horario diurno y dos días localizable, luego libra y vuelve a empezar de noche. Buena parte de su trabajo consiste en entrenar y prepararse para cuando salta el aviso de incendio en la emisora.
La nigeriana Maryam (26 años) ha caído dos veces en el infierno del tráfico de personas: primero pasó más de cuatro años, entre 2019 y 2024, como víctima de una red de explotación sexual en Argelia. Cuando logró escapar, no recuperó completamente su libertad: terminó en Egipto, donde trabaja sin descanso como empleada del hogar y niñera. Recibe un pago mensual de apenas 8.000 libras egipcias (unos 141 euros), del que solo le corresponden 500 libras (menos de 9 euros) porque, primero, debe pagar a la “agente” que le consiguió el trabajo y el traslado a Egipto. “Desde el 9 de marzo estoy enferma y no sé exactamente lo que tengo. Se lo conté a mi patrocinadora pero, lejos de mostrarse preocupada por mi malestar, me espetó que no se me ocurriera emplear su dinero para pagar el tratamiento”, cuenta Maryam por teléfono, que aún está en Egipto y que prefiere no desvelar su verdadero nombre por seguridad.
Los mercados han sido, históricamente, territorios ambivalentes. Pueden proveer bienes, en todos los sentidos de la palabra, o facilitar el tráfico de productos que conllevan dolor, e incluso de mercancías humanas. Rodeando la desembocadura del río Senegal en el Atlántico, en la ciudad Saint Louis —que fue capital imperial de toda el África occidental francófona, hasta 1902— los mercados abrían sus puertas y, de allí, salían viajes transatlánticos con materias primas indispensables al otro lado del mar, y también personas esclavizadas. “Con ellas iba la mano de obra y el conocimiento de cómo cultivar arroz en los pantanos; también la música”, advierte Birame Seck, responsable artístico del Saint Louis Jazz Festival, que celebró su 33º edición, del 28 de mayo al 1 de junio.