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“¿Puedo enseñar un poco el sujetador? Es nuevo y es tan bonito que me daría pena que no se viera…”, sugiere Bárbara Rey (Totana, Región de Murcia, 75 años) al fotógrafo durante la entrevista exclusiva con EL PAÍS para hablar de sus memorias. Y sin esperar a la respuesta, se desabrocha unos botones de su blusa de seda blanca y enseña un precioso sujetador de encaje finísimo. Hace décadas que colgó el látigo y las botas de domadora, pero Rey sigue siendo la ama del “circo” y controla como nadie a las fieras que la acechan. “También me gustaría que se viera esto porque soy muy española”, añade mientras levanta una muñeca en la que lleva una pulsera con los colores de la bandera de España.
Los sabores del verano despiertan nuestra memoria. Entramos en una temporada en la que podemos alcanzar la felicidad con un albaricoque maduro en la plaza del pueblo, una ración de pescaíto frito en la playa, un helado, una carne tocada por la fuerza de las brasas, unos jugosos guisantes lágrima, unas ostras que encierran los secretos del mar… Y una sobremesa que se extiende. Cosas simples.
A las 19.00 de la tarde, David y Yaily, de 34 y 23 años, ocupan los asientos del reservado al lado de la mesa de los DJ. Han pagado mil euros por estar en este lugar privilegiado. “Y no me hagas decirte lo que me ha costado la niñera”, dice él mientras presume de dos tatuajes: una bola con pinchos en la mano y una calavera mordiendo una rosa en la espalda. Son los dos símbolos de la discoteca Radical. La noche del sábado, uno de los templos de la música bakalao en el sur de Madrid, celebró la última Fiesta Naranja en la Cubierta de Leganés, su sesión más emblemática con la que lleva 25 años inaugurando el verano. “Esto es joderme la vida, como si acabaran con mi juventud. Voy a estar aquí hasta que me echen”, afirma David. Antes, su mujer se subirá a la tarima a bailar. “El año pasado lo hice embarazada”, reconoce Yaily. “Mi hijo se pegó su primera fiesta en la barriga, nació bakala”, remata él.
Viste una llamativa camisa a cuadros y un pantalón corto. El pantalón corto es amarillo y sus cuadros son diminutos. Está en el hall de un lujoso hotel de Barcelona repleto de músicos. Él no es un músico, pero una vez intentó ser poeta. Luego decidió que se le daba mejor hacer reír a los demás. Jack Rooke (Watford, Inglaterra, 31 años) es el creador de Big Boys, esa oda a la amistad entre chicos —una amistad perfecta entre opuestos decididos a quererse, respetarse y a aprender el uno del otro, cuidándose— de la que Filmin acaba de estrenar su tercera entrega.
Unos días antes de que el derrumbe del glaciar Birch engulliera en cuestión de segundos gran parte del pueblo de Blatten (de 300 habitantes) en los Alpes suizos el pasado 28 de mayo, el equipo del glaciólogo Olivier Gagliardini, profesor de la Universidad Grenoble Alpes, en Francia, fue consultado por sus colegas suizos si pensaban que la montaña aguantaría. “Esto fue el lunes y la respuesta fue que el glaciar iba a colapsar. No nos equivocamos mucho, colapsó el miércoles”, cuenta en una entrevista vía telefónica este científico. Esta era una catástrofe esperada y por eso se evacuó con tiempo la localidad. Sin embargo, Gagliardini asegura que desde la brutal avalancha todavía no se habla de otra cosa en su equipo de investigación, pues considera que este ha sido “un fenómeno excepcional en Europa”.
Cuando la palabra paliativos entra en una casa, todo parece derrumbarse. Lo sintió así Montse después de que su hija Andrea, que había nacido con una hipoxia que le causó una parálisis cerebral, sufriera una fuerte crisis hace dos años y medio. “Te dicen que puede fallecer y se te ponen los pelos de punta”, cuenta. Con el tiempo, una vez asimilada esta posibilidad, con un equipo con pediatras, enfermeras, psicólogas y trabajadoras sociales a su disposición las 24 horas del día, todo mejora: “Fue un cambio total. Yo dije: ‘Jolín, ¿y esta gente por qué no ha aparecido antes en mi vida?“.
Cuando las hermanas Rosa y Nieves Fernández fundaron la marca de calzado infantil Ganzitos en 2010 nunca imaginaron que terminarían por diseñar zapatos para mujer. Y no solo eso, que su firma dejaría atrás al público más joven para adentrarse de lleno y en exclusiva en el zapatero adulto. “Todo comenzó de forma espontánea. Lanzamos cuatro modelos de mujer durante el verano y la respuesta fue excepcional. En invierno ampliamos la colección con unos doce modelos más, y la demanda fue tan impresionante que, casi sin planearlo, terminamos convirtiéndonos en una zapatería especializada en calzado para mujer”, explican sobre aquel giro que comenzó en el año 2021.
Que el mercado inmobiliario sufra una escasez crónica de oferta es una realidad cada vez más palpable. Y pese a ello es probable que los precios empiecen a moderarse en un horizonte no muy lejano, o a registrar caídas, incluso si el déficit habitacional persistiera como parece probable. Estamos por tanto en plena burbuja, no de crédito sino de expectativas, y por tanto distinta a la que desató la crisis del ladrillo.
La elevación de los precios explica que la dinámica del mercado inmobiliario se sostenga cada vez más en los colectivos que apenas necesitan recurrir al crédito hipotecario. Entre éstos, además de las personas que pueden comprar una vivienda gracias a haber recibido una herencia, destacan los extranjeros no residentes: el número de operaciones de compra inmobiliaria realizadas por este grupo se incrementaron un 35% entre 2019 y 2024. Durante el mismo periodo, las compras realizadas por los extranjeros que residen en España subieron un 29%, y las de los hogares españoles un 21%.
El mundo está infestado de plásticos, atiborrado de unos materiales que contienen más de 10.000 sustancias químicas, incluidos carcinógenos y disruptores endocrinos (unos compuestos capaces de emular el efecto de las hormonas del cuerpo y afectar a la salud). Los plásticos están por todas partes, han entrado en la cadena trófica y no hay un lugar libre de ellos: en forma de diminutas partículas —micro o nanoplásticos, según su tamaño—, estos compuestos ya se han identificado, incluso, dentro del hígado, el riñón, el intestino o el cerebro humano. Se presumen nocivos, pero la comunidad científica todavía desconoce el impacto real en la salud de estos minúsculos materiales que pueblan nuestro organismo. Los expertos tienen indicios, eso sí, de que provocan daños en el ADN de las células y sospechan que pueden espolear numerosas dolencias, desde inflamatorias hasta cardiovasculares.