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Si Carlos pudiera elegir, preferiría que el tipo malencarado que le ofreció un techo en España no tuviera la mala costumbre de destruirlo todo cada vez que se emborracha. Le gustaría no saber cómo cambiar una cerradura a las tres de la mañana. Que su exmujer embarazada pudiera vivir con su actual pareja en otro sitio y no tener que compartir cama con ellos. Carlos elegiría trabajar de sol a sol, aunque el precio del alquiler se coma todo su sueldo, y no dormir escondido, como un delincuente. Si a Carlos este país le hubiera dado "chance" (oportunidades), asegura, no viviría aquí.
Víctor Salas ha hablado tanto en la última semana que se le seca la boca. Pide algo de agua para seguir contando una historia insólita. Desde el lunes, ha dado un sinfín de entrevistas en Madrid a medios de comunicación nacionales e internacionales para alertar de un “grave error”. El hombre que intentó matarlo en 2016, Dahud Hanid Ortiz, fue repatriado por Estados Unidos desde Venezuela como un hombre libre hace 10 días, el viernes 18 de julio. Fue este superviviente quien dio la noticia a la prensa española, tras recibir un aviso policial.
España acababa de ganar la final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica de 2010 y en el Bar Stadium de Pamplona, un local frecuentado por agentes de varios cuerpos policiales, estaba celebrándolo Koldo García, que entonces era escolta de un concejal navarro, cuando entraron una chica y su novio de 16 años. Venían de un concierto en la Plaza de los Fueros, en plenos sanfermines, y ella quería pasar al baño. Mientras, su novio se acercó a la barra a pedir algo. Muchos clientes llevaban la camiseta de la selección española. Un policía de paisano reprochó al chaval, que llevaba una camiseta en la que se leía “Independentzia”, que hubiera entrado al bar, le dijo que “se largara”, lo agarró del brazo, lo sacó a empujones y, una vez fuera, le golpeó. “Lejos de poner fin al incidente”, según una sentencia de 2011 de un juzgado de Pamplona, Koldo García, de gran corpulencia y 40 años, intervino para llevarse con “fuerza” al chaval de los brazos hasta el Bar Sol, “donde le agarró del cuello y le propinó varios golpes” más.
La política española cambia en un instante. En apenas 20 días, el PP ha transitado de la euforia al mal sabor de boca. “Es como si nos hubieran empatado en el último minuto del partido”, lo describe un presidente autonómico del PP. Los populares vivieron exultantes el congreso del partido de principios de julio, marcado por el caso Cerdán y la renuncia del dirigente socialista Paco Salazar por acusaciones de acoso a mujeres, pero solo unas semanas después los conservadores ya no se sienten tan pletóricos. “Nos hemos quedado todos un poco fríos con el caso Montoro y la dimisión de Noelia Núñez”, admite un barón popular sobre los dos escándalos que han impactado a finales de mes en el PP rompiendo su estrategia.
Paula Vega se viralizó en internet en 2023 cuando decidió pasar su luna de miel en Roma para visitar al papa Francisco junto a su marido. Acudieron a la cita vestidos de novios y con el certificado matrimonial. “Queríamos recibir su bendición. Le comenté que era misionera digital y me dijo que le diese caña al asunto”, cuenta. Esta malagueña de 30 años redescubrió su fe hace casi una década y ahora divulga contenido religioso en Instagram, donde acumula más de 56.000 seguidores. Ya prepara las maletas para volver al Vaticano. Por primera vez en la historia, se celebra un Jubileo con mil influencers católicos de 46 países en un Año Santo que pone el foco en el entorno virtual. “La Iglesia se dio cuenta que los jóvenes no están en las parroquias, aunque sí en las redes. Somos la puerta de entrada a la fe. Tenemos el mejor mensaje del mundo, pero hay que saber venderlo”, dice.
La transición ha empezado. Estados Unidos se va y los europeos intentan discretamente hacerse con las riendas. Sin brusquedades, gradualmente. Mediante pequeños y apresurados pasos, apremiados por la amenaza de su peligroso vecino con una ancestral vocación de dominio continental, que solo vive por y para la guerra.
Después de un curso político tan bronco hay que dejar que agosto discurra suavemente sobre el sombrero de paja. Un libro, una hamaca, una buena sombra, una brisa agradable, los amigos y el mar. Podría añadir una limonada natural con hielo y hierbabuena con solo alargar la mano. ¿Para qué más? La vida es bella y atroz. En el charco que ha dejado un reciente aguacero beben en vuelo rasante unas golondrinas y luego suben hasta el nido y dan de comer a los polluelos. Eran cinco esta primavera. Quedan tres. Los otros dos murieron después de haber sido desahuciados y esto ha sucedido mientras a su alrededor florecían las tupidas madreselvas de las rimas de Bécquer. Me ha llamado un amigo para decirme si me apetecía salir mañana temprano a pescar. Pero desde casa he visto que el oleaje rompía muy duro contra la escollera y le he dicho que ya no salgo a la mar, salvo que las olas me deparen placeres lo más alejados posible de los de un navegante intrépido. Me gusta tumbarme en la bañera de popa con el sedal del curricán entre los dedos. Lo de pescar es un decir, puesto que muchas veces lo único que pescamos siempre es el amanecer con el sol naciente. Cuando apuntan en el horizonte los primeros rayos del sol me cubro la cara con el sombrero y observo cómo la luz se filtra entre la trama de sus fibras y a medias ofuscado y deslumbrado imagino que navego todos los mares del sur mientras el velero va ganando altura y al sonido del viento en las velas se une alguna melodía de George Moustaki que me recuerda veranos muy felices. Tal vez los poetas podrían dividirse en dos: los que aman el amanecer y los que prefieren la puesta de sol. Realmente ambos crepúsculos tienen la misma luz. En el amanecer hay golondrinas y vencejos; en la puesta de sol se quiebran en el aire los murciélagos. Unos y otros salen a la caza de mosquitos, pero dejan que los poetas, en lugar de mosquitos y otros insectos, se alimenten con toda clase de sueños, lo que viene a ser lo mismo.
Hay una España que se abarrota en verano, a la que se desplazan millones de personas de otras zonas del país y otros 42 millones de turistas extranjeros, según las previsiones del Ministerio de Turismo. Hay otra que, consecuentemente, se vacía. Son muchos municipios del interior, en los que decae la actividad hasta tal punto que cuesta acceder a ciertos servicios. A la vez, en los que bajan las revoluciones y en los que crecen, hay sectores que se desploman, como la justicia o la educación. Es la España que cierra por vacaciones.
Durante décadas, las ciudades han domesticado la naturaleza a través de pavimento y asfalto, dejando un espacio reducido a árboles, plantas y biodiversidad. La emergencia climática obliga a replantear esta relación y apostar por las infraestructuras verdes urbanas: elementos naturales interconectados que ayudan a mitigar las temperaturas extremas. Para impulsarlos, los expertos apuestan por reverdecer las urbes siguiendo la regla del 3-30-300, sustituir pavimento y asfalto por suelos porosos que retengan agua, usar los solares vacíos para plantar árboles, impulsar los refugios climáticos y apostar por tejados verdes en los edificios públicos.
Vanessa Hernández gestiona un puesto de “reposteria creativa” en el mercado municipal de Catarroja (Valencia). Desde pequeña tiene miopía, pero hace unos meses empezó a notar “como una niebla” en la visión. “Pensé que era la edad o presbicia. Para mi sorpresa, eran cataratas. A los 50 años, me han tenido que operar los dos ojos”, cuenta. Ricardo Mora tiene 55, vive en la vecina localidad de Torrent, es camionero y en octubre pasado notó que había dejado de ver con nitidez. “Fui al médico y me diagnosticó cataratas. De la operación, salí como nuevo. Yo llevaba gafas de toda la vida por astigmatismo, pero aprovecharon y me lo arreglaron todo, así que me he olvidado de ellas”, celebra. Ana Fort, de 63 años y residente en Dénia, recibió en abril un pelotazo en el pómulo izquierdo mientras jugaba a pádel. “No le di mucha importancia, pero dos días más tarde con ese ojo solo veía luces y sombras”, explica. Hace tres semanas, fue operada de una catarata causada por el golpe.